Alfredo Luna
ausencias
el fuego es sucio cuando los amordazados
tienen edad de pájaro carcomido por el lenguaje
el silencio estalla con fulgores de terror y viento
y el hambre es una bestia que reclama
todo ha caído
por eso, el dolor de la luz no es una sombra:
son estas noches que jadean sin cesar.
génesis
en el principio separó Dios las aguas
del vértigo
y fue la palabra
con desaforada paciencia enumeró
el paisaje, los días
la luz
del más alto limo enamorado
fui subiendo como una abreviatura de sed
diminuta y azorada
con un golpe abrí la puerta de los sentidos
fui Thamar y Amnón por un ramo de estrellas
por una eternidad de alas
el tiempo veja, pesa inmenso
“el Verbo se hizo carne en nosotros”
y me quedó la memoria herida de exilio.
adiós
como luz tristísima
áspero en la memoria
tu amor regresa como viento prohibido
y la vida no alcanza
las muertes no alcanzan
Dios no alcanza.
revés
en esta soledad
la llave de la memoria alumbra la muerte
una salva de plegarias barrena la noche
y quema todos los sitios
miedo
te llevo en mi miedo
estoy solo de Dios.
filiación morosa
compelido por un lenguaje que no puede salvarme
desde esta pobre estirpe de lobo alucinado
escarbo mi sangre hasta lograr ásperos silencios.
del libro “Los días demorados” Editorial La Palabra Mágica – Buenos Aires 2005
para evitar la asfixia
soy un animal preso en la bolsa de las aguas.
en duermevela, como todos
siempre sin atajos, salto sobre este mundo,
a este difícil sitio de pulsiones candentes
traigo restos de corazón desprevenido
para los impúdicos bucaneros del amor
entre los riesgos de la fe y sus bendiciones
bebo del caliz, insolentes pecados
mi hocico muerde sueños, por un poco de luz
con este rencor de alas reniego por lo perdido
porque la resignación es un cáncer bajo llave
señor: recuéstate sobre mi costado y dime
¿a quiénes aludes cuando dices que nos amas?
Astarté o el agua más urgente
oh luna: tristísima piedra de cianuro
diosa esclava de todos los delirios
virgen y madre
vuélcate aquí en gotas de música
los hombres, suspiros de eternidad
gimen imprecantes
porque la tierra es una hembra en llamas
Astarté: colosal pleamar de esta sed innoble
vestal perversa, ciencia infusa del oscuro sufrimiento
escucha las súplicas de cada simiente pagana
escúchalos, desventurada sicaria del amor
mira desde lo alto
esta herida Jumeal los parte en rezos
por una sublime Epifanía de agua
también yo te invoco, princesa de las ascuas
bendecida y alabada seas
por siempre alabada y bendita.
no clames por mí desde las aguas del cielo
aunque las sábanas perplejas
y ls puerta abierta lo nieguen
aun cuando el mantel indiferente
y la sombra imprecisa lo atestigüen
nudo, no puedo escribir tu nombre
reniego y no puedo morirte, madre:
tu voz soterrada retumba en mi sangre
como un feroz, maravilloso microbio
mi plegaria es un silencio que se resiste y gime.
una marea de fuego borra
mis sueños de maravillosa criatura desgraciada
un aroma de jacintos se demora opulento y terrible
la boca ya no es el lugar de las palabras:
solo guarida de súplicas intrépidas
que se dispersan como plaga
lo proclama este poco de agua quemada
en la sed que la convoca
lo confirman estos ojos hartos de romper el cielo
porque soy el reflejo inverso
de un dios que se busca en mis escombros
mendigando perdón por sus desvaríos
Dios arde en el cielo, doliéndose
¿habrá paz en la otra orilla? ¿hay otra orilla?
del libro “Los fuegos prometidos” Editorial La Palabra Mágica Buenos Aires 2006
la muerte tiene un olor insoportable
hoy es uno de esos días cuando dios ni yo
comprendemos
de que inefables sustancias están hechos
el perdón, la misericordia y la culpa.
in nómine dei
Dios:
¿qué hago contigo,
si fueses Tú
la peor mentira?
en castigo, desde entonces
no me querré más.
el silencio late como piedra convulsa
en la poesía, montaña ondulante
algo es posible
pero la lengua es el cuchillo de lo que no puede decir
como errante escalofrío el lenguaje cristaliza
¿cuánto debo morir, entonces
para que suceda el poema
las palabras imposibles
lo indecible, metáfora atónita
en silencio bordea la lengua.
alucinante exilio de palabras
no hay lugar equivalente
a este bosque lastimado
es lo que Dios no sabe.
lidia en manzanares (11 de agosto de 1934)
ni rastro de flecha en el lomo de la tarde ni chorro de luna
nada más que esta pasmosa nada irrumpe como sombra salvaje
ávida cazadora de espanto en la delicada bandera carmesí
un delirio en la grada cunde como peste
y es mi voz un galope de espinas
oye, tú, jinete del aire: tus manos esculpieron mi corazón
aquí, donde el fuego era luz y fuego y el amor
otra unidad de tiempo
tú, ola dura en mi cuerpo de espuma rodando
por el desbarrancadero del deseo, óyeme, óyeme hasta nunca:
vengaré esa costumbre de hoguera en tus muslos túrgidos
esa avalancha de peces ciegos para hacer hijos
se hizo noche en mi sangre porque me han robado
tu último, colosal orgasmo
lloro a secas. lloro por mí.
del libro “la mirada sonora” Editorial La Palabra Mágica Buenos Aires 2008
un arrebato de luz
era tu cuerpo una tropa de luciérnagas
era el amor un carnaval de ajenjo y lágrimas
cuando fabulamos la caída del cielo
insolente, dios castiga este milagroso goce maldito
movediza, como la alta bajamar de los sueños
aquí hay, todavía, esta noble manera de mirar
el cadáver de tu ausencia.
reflejos de lo fugaz
tan endeble
tan desamparado dentro de mí
Dios quiere desandar sus penas
y se vuelve insoportable.
el pecado no me necesita
cada palabra es un disparo cuando rezo por ti
naufrago en tu boca
y un áspero sol me arrulla
amor: mintamos la eternidad
aunque esta noche Dios tenga miedo.
no presagiaban mis entrañas esta ración de dolor
sean para mí la música de tus ojos
y todo lo que oyen mis ojos:
úngeme en tu lecho manantial y sáciame
apártame de las bienaventuranzas
y líbrame de tu mal sin reposo
porque la muerte es más grande que nosotros
y no hay regreso posible
aleluya aleluya aleluya.
a este aguacero lo llamaré lágrimas
yo solo quería un amor insolente como el tuyo
un dios a imagen y semejanza de las torpes ramas del cielo
un amigo a la medida de mi soledad y mi deseo
a la medida de la distancia que se acerca
pero no. en la siniestra confusión de la lengua
venia la palabra hachando al mundo,
la ardiente llaga de la locura
venia fraguando la hostia del perdón
yo quería un amor perverso
que tragase la vergüenza de mi desnudez
yo quería un ángel como Tú
para perder mi nombre en el túnel de tu abrazo
en medio de la luz muda
la muerte anda suelta para no dejarme solo
¿quién te castiga, Dios? ¿quién te castiga?
del libro “vigilia hereje” Editorial Último Reino Buenos Aires 2013
nada más que beber un pan de granizo
ah, Poesía,
madre de todas las demencias!
desde lejos
me arrullas
como la nodriza
que da de comer palabras
a sus perros.
que sucedan los días
es el verso un dios huérfano
que hurga la memoria
es el verso un fantasma con mis pesadillas
que me habla como si fuese necesario
machacar las palabras
hasta arrancarles el último jugo
busco asilo.
triste versión del fuego
entre el lujo pavoroso
y precario de mi lenguaje
brota un escalofrío.
voto de obediencia
como si fuera una maldición
mis manos deliran en el papel
y el poema me arrastra hasta el fondo de la libertad
hasta no saber quien soy
y ser todos
de tanto morder palabras y sus huecos
no hay más que decir el vértigo. alto es el aire.
un foso palpitante anida al lenguaje
posesiones ya no me quedan:
¿que puede haber de mí
además del exuberante pan de la miseria?
¿Qué hay del amanecer que entraba mansamente
como la esperanza
cuando la palabra se decía en mí?
nada. un silencio de plomo. un viento fúlgido.
arrancar la ceguera con un grito
tengo un sueño hirviendo en a palma de la mano
sucede como viento
y un pálpito oscuro rompe la memoria
apenas alcanzo a nombrarlo
a penas
digo lo imposible de nombrar.
habitado por un dios perplejo
sobre el papel blanco
desconozco la sustancia de este resplandor
de esta cifra oscura
y soy la alucinada mariposa
que desliza sus huesos en las pupilas del día
esta es la ley. escribir el poema
y volverse todos y ninguno
me desplomo mansamente
como quien arroja su vida.
del libro “palabra matada” Editorial Alción Córdoba -Argentina 2014
esta sed, esta lumbre
señor
que mi corazón sea más grande que yo
y guarde constelaciones de pájaros
en cada agujero de luz
que mis manos sean más dulces que esta boca de decir
y ponga las espinas en el sitio preciso
porque la enfermedad se estanca como fango ardiente
dios
un día te soñé bueno
y querido amigo de la alegría pero
pusiste el dolor
para que nos falte el respeto
con la argamasa del hambre te suplico
¿me oyes?
algo del orgullo se evapora
guardamos al padre
en la heladera del infierno
para congelar la errancia
el engaño sin horario
quemar la ausencia
el pasado está ahí
jugando a ser el fantasma de dios
y nosotros
los grumos de su perpetuidad.
un vaso de sed colma el regreso
yo, el de antes
intrépido ángel obsceno
el mismo que se ha perdido
en las puertas del abismo
y del milagro
con el hocico disidente
y los huesos de la noche
voy volviendo
a este regazo de viento
sin tribu
sin dios.
I
hay que saber desgarrarse
con una antorcha de fuego en la mano
hay que demoler las puertas del laberinto
y esta amasijo de palabras
para que aparezca el poema
hay que entregarse
es inútil perseguir el rastro de un destello.
II
en la impiadosa tarja inmolarse
y dar el golpe mágico en la avidez de la palabra
ser el pétalo y la espina hasta la última sangre
hasta deformar las piedras
ser el vendaval y la suavidad del beso
algunas veces
en la escritura reside la desdicha.
del libro “testigo infiel” Editorial En Danza (Buenos Aires 2015)